Posteado por: José Carlos Serrano Vargas | abril 2, 2010

EL VALOR DE NUESTRA VIDA

«Porque soy como el árbol talado, que retoño:
porque aún tengo la vida» Miguel Hernández

Después de ser víctima de algún robo o de extraviar algún bien material de mucho valor para nosotros, es común presentar algún cuadro depresivo. No es nada fácil asimilar que nos arrebaten algo que nos ha costado mucho esfuerzo conseguir o que tenía un alto valor estimativo para nosotros.

También es común el deseo de enfrentarnos a nuestros agresores y defender con nuestra vida nuestras pertenencias. Sin embargo, las posibilidades de ganar cuando enfrentamos a un grupo de agresores violentos y decididos a lograr sus intenciones pase lo que pase son mínimas, por lo que no vale la pena correr el riesgo.

Por más que nos duela la pérdida de un bien material, no se compara al dolor de perder a un ser querido. Además, siempre hay alguien a quien le hacemos falta, que nos quiere y sufriría si nos pasara algo. Por un momento de arrebato podríamos afectar para siempre la vida de nuestros seres queridos.

Debido al aumento de la violencia y a la deshumanización del delincuente, es probable que para nuestros agresores nuestra vida no signifique nada, pero para nosotros y para nuestros seres queridos puede significar todo.

En ciudades tan grandes y complejas como las actuales, donde convergen distintos ángulos de apreciación de la existencia, resulta muy probable que resultemos perjudicados por alguien que no comparte nuestro interés por la vida y no dude en lastimarnos en un momento de ofuscación o enojo.

Enfrentándolos o agrediéndolos sólo pondríamos inútilmente en riesgo nuestra propia vida, parte de la solución al problema se encuentra en disminuir nuestra vulnerabilidad ante ellos, protegiendo nuestros bienes con equipo adecuado, aprendiendo a prevenir y evitando las situaciones de riesgo.

Disminuir nuestra vulnerabilidad ante los riesgos cotidianos no es tan difícil como parece, lo podemos lograr simplemente modificando paulatinamente nuestra conducta, llevando a cabo sencillos actos que podrían llegar a salvarnos la vida y adquiriendo la costumbre de comprar seguros para nuestros bienes más valiosos y de este modo disminuir nuestra pérdida en caso de robo.

Nada debe ser más importante para nosotros que el bienestar de nuestra familia y una de las formas de lograrlo es preparándonos para responder y saber que hacer en caso de ser víctimas de la delincuencia o para enfrentar un desastre o situación de emergencia.

También es importante enseñar a nuestros hijos a tener calidad en nuestras vidas, adquiriendo más satisfacción con las cosas que hacemos que con las que tenemos.

Los jóvenes suelen ser más impulsivos y arriesgan su vida por defender una cartera con 100 pesos o menos dentro de ella, o una bolsa de mano con pinturas y espejos, debemos enseñarlos a que lo más importante y valioso que tienen, es su propia vida y que no vale la pena correr el riesgo de morir por cosas relativamente sin importancia.

El amor y respeto por la vida también implica cuidarnos y cuidar la vida en nuestro planeta, tomando todas las medidas preventivas necesarias y detectando oportunamente los factores de riesgo que nos rodean.

El aprender a detectar esos pequeños detalles que podrían evolucionar y complicarse hasta producir una situación de emergencia o un desastre, así como el evitar las rutas y situaciones de más alto riesgo podría implicar la inversión de un poco más de tiempo en hacer las cosas, pero si no nos damos un tiempo hoy para hacerlas, mañana nos sobrara el tiempo para lamentarnos.


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